En este último año, me ha empezado a ser difícil leer o escribir sin tener que forzar la vista. En ocasiones, ya no me es posible leer, incluso alejando la lectura para enfocar correctamente. A veces confundo las palabras porque las letras se tornan borrosas a mi vista. Técnicamente, este padecimiento se llama presbicia, comúnmente conocida como vista cansada.
En ocasiones, cuando no tengo mis lentes de lectura, me desespero al no poder leer. Mi Biblia tiene letra pequeña, lo que me complica aún más, y si llegan mensajes a mi celular, no puedo saber qué dicen. Al intentar escribir, también se me hace difícil.
Por medio de los ojos, podemos observar y deleitarnos de la hermosa creación de nuestro Señor al mirar los cielos:
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” -Salmos 19:1
Pensando en lo que me ocurre con mis ojos, analicé la similitud entre nuestra vista y nuestra relación con Dios. Al no poder ver correctamente las cosas, la percepción de lo que me rodea es errónea, y quizás, igual que en la vida, puedo irme por un camino equivocado.
De la misma manera, si mi relación con Dios es “borrosa”, mi vida irá por un rumbo incorrecto. Si Cristo no es el centro de mi vida, entonces mi corazón tendrá una visión distorsionada de lo que es correcto.
Las consecuencias de mi visión incluyen dolores de cabeza, ojos secos y fatiga visual, entre otras cosas. De manera similar, estar alejados de Dios trae como consecuencia un corazón endurecido, vivir a nuestra manera y caer en el pecado.
La Palabra de Dios nos dice:
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.” -Marcos 7:21-23
Todo esto es consecuencia de la rebeldía en nuestra relación con Dios.
Hermano e iglesia amada, si tu corazón está pasando por esa sensación o sientes que no estás cercano a Dios, recuerda esto:
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” -Romanos 8:38-39
Tenemos a nuestro Señor al alcance de una oración; solo necesitas tener un corazón dispuesto:
“Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” -Hebreos 10:22
¡Dios les bendiga!