Hace algunos años vimos en la televisión una serie llamada "911", un drama policial que trataba casos de atención urgente y el uso de la línea telefónica de emergencia. Hoy en día, sabemos que a través del 911 podemos tener acceso a ayuda en casos en los que esté en juego la vida de alguna persona o en situaciones de desastre.
Estoy seguro de que la policía, los bomberos y los grupos de paramédicos atienden lo más pronto posible cualquier llamado al 911, utilizando protocolos de intervención inmediata para llegar a quienes los necesitan.
A principios de año, apareció un libro escrito por el Ps. Miguel Núñez que aborda el tema de la situación del mundo actual en relación con el pecado y la manera en que nosotros, los cristianos, lo hemos enfrentado. El libro hace un balance de lo que ha ocurrido en la Iglesia y cómo muchos que se dicen cristianos niegan su fe cada día, además de resaltar la necesidad que tenemos de volvernos a Dios.
Actuamos de manera contraria a una persona que se siente en peligro. Estando en una situación de riesgo, los cristianos nos comportamos al revés de lo que haría una persona común. En lugar de marcar al número de emergencia para buscar ayuda, ¿hacemos lo mismo nosotros llamando a Dios cuando el pecado pone en peligro nuestra vida?
Podría estar ocurriéndonos lo mismo que a Israel, que, en lugar de acudir a Dios por ayuda, el pueblo decidió ocultar su mal y continuar por el camino del pecado. En este pasaje, vemos cómo Dios mismo es quien llama. Observemos lo que pasaba en tiempos del profeta Zacarías.
"Por lo tanto, dile al pueblo: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Regresen a mí y yo me volveré a ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales’. No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: ‘El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas." -Zacarías 1:3-4.
El Señor nos llama a regresar a Él todo el tiempo, porque sabe cuán necesitados estamos de Su presencia en nuestras vidas. Dios conoce nuestro corazón, conoce nuestra vida y nada le es oculto.
Hermano, hermana, todos los días necesitamos regresar a Su presencia. No desestimemos el poder que tiene el pecado; marca el 911 de Dios, búscalo, ora, todavía es tiempo. Recordemos el pasaje de Isaías:
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. -Isaías 55:6-7
No hagamos menos la obra de Cristo, quien con su muerte nos reconcilió con el Padre, y es Abogado nuestro.