Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda -Proverbios 25:28
¿Alguna vez has dado rienda suelta a tu ira o a cualquier impulso y debido a las consecuencias te has visto a ti mismo como una ciudad derribada?
En más de una ocasión me he encontrado en situaciones donde, no he pensado antes de actuar o hablar, he reaccionado impulsivamente, sin control, no he frenado y como consecuencia he ofendido a Dios y a las personas a mi alrededor.
Doy gracias a Dios porque para Dios nada es ajeno, al contrario, en un conocimiento total de nuestra necesidad y debilidad, en Su gran misericordia e infinita sabiduría, Dios nos prometió y proveyó de Su Santo Espíritu.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. -Juan 14:16-17
El Espíritu Santo, nuestro ayudador, es dado por Dios, para redargüir nuestros corazones, para perseverar en el conocimiento de nuestro Señor y para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios. Es Su Espíritu quien nos faculta (2 Timoteo 1:7), nos ayuda (Romanos 8:26), quien nos guía, nos enseña a obedecer Su voluntad (Salmo 143:10), nos da esperanza (Romanos 15:13). Es El Espíritu de Dios quien nos transforma:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley -Gálatas 5:22-23
En nuestra vida como creyentes, tengamos presente que, si caminamos con el Espíritu, El producirá Su fruto en nuestras vidas y tendremos victoria sobre el pecado (Gálatas 5:16). Sea nuestra oración ferviente y constante ser llenos de Su Santo Espíritu a fin de honrar y Glorificar Su Nombre.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, ¿Cuánto mas vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? -Lucas 11:13