Como creyentes, es muy importante confiar plenamente en la doctrina de Jesucristo. La manifestación de esa confianza consiste en vivir meditando y aplicando diariamente Su palabra, acercándonos y perseverando en la oración con nuestro Padre Celestial. Debemos dejar de lado las cosas superficiales del mundo y centrar nuestra mente y corazón en el Redentor del Mundo, sin importar las situaciones personales que nos rodeen.
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." -Hechos 2:42
De la misma manera, somos llamados a ser leales a nuestro Señor; permanecer fieles a nuestro compromiso que hemos hecho con Él. Esta fidelidad también puede ser vista como la firmeza que tiene un individuo o una familia para tomar la determinación voluntaria de ejecutar sus dones espirituales al servicio de una congregación o iglesia a la que Dios le ha enviado y seguir conservando sus principios. Debemos ser fieles a Dios, porque Él ha sido, es, y será siempre fiel.
"Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;" -Deuteronomio 7:9
¡Dios es fiel! Él es digno de nuestra confianza eterna. Vivamos regocijándonos en Él y, por ende, con corazones que lo alaben, lo teman y lo obedezcan. Corazones que perseveran fieles en Su amor.
"Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia." -Salmo 104:1