Las tareas y las responsabilidades parecen nunca terminar. Desde que sale el sol, la rutina y el activismo nos esperan ansiosos a que saltemos de la “hamaca”. Hay días en que nuestros pensamientos ya están muy activos aún cuando no hemos puesto un pie en el piso. La adrenalina y el cortisol nos ponen en modo activo, susurran a nuestro corazón: “Es tiempo de conquistar al mundo como cada día”.
La rutina y el activismo son dos verdugos que debilitan el alma. Es cierto que un alma cansada no podrá enfrentar las tormentas de la vida con sabiduría, no podrá tomar buenas decisiones, ni se relacionará apropiadamente con su prójimo. Algunos estudios dicen que el estrés debilita nuestro sistema inmunológico y afecta el sistema nervioso. Los demás notan cuando no hemos descansado física y mentalmente en el Señor. La paz y el bienestar, la vida abundante que Cristo da, se tornan simples conceptos opacos.
Cuando “el gozómetro” indica que está en la reserva, necesitamos llenar el tanque lo más pronto posible o nos quedaremos en el camino. Aprender a reposar es vital, detenernos y confiar que la vida no gira al rededor nuestro. Apartarnos y buscar a Dios es reparar nuestras almas en quietud. Mira lo que hizo Jesús después de alimentar a cinco mil personas y antes de calmar una tormenta:
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.” - Mateo 14:23 RVR1960
Jesús fue a descansar delante del Padre. Todos necesitamos "parar en los pits y cambiar neumáticos”. Descansar significa no hacer nada, y confiar que Dios está en control.
“Selah” es una nota musical que indica silencio, es una pausa en la vida. Es doblar tu corazón rendido ante Él, dejar de pelear la batalla en tus fuerzas y al estilo Jacob decir: “no haré nada si no me bendices” o como dice David:
“En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. Él solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho. [...] Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. Él solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah” - Salmos 62:1-2, 5-8 RVR1960