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Foto del escritorConnie Hernández

Padre Nuestro

Cuando era niña, la primera oración que me enseñó mi papá fue el Padre Nuestro. Con apenas 4 o 5 añitos, yo repetía esta oración que me ha acompañado hasta el día de hoy. En ese tiempo no entendía lo que mis labios pronunciaban, pero lo que sí recuerdo es lo que sentía, y era esa paz que me cubría cuando hacía esta oración.



Ahora, como seguidora de Jesús, me llena de gozo saber que esa oración nos lleva a alabar a nuestro Padre Celestial, que está allá arriba, que nos mira con Su gran amor y con Su gracia absoluta, y que podemos exaltarle y santificar Su nombre, que es sobre todo nombre.


Me llena de gozo saber que le pido que venga Su reino, ese reino perfecto que es de un gran Rey y soberano, y que además me invita a participar del mismo y de Su gloria. Que le pido que se haga Su voluntad y no la mía, porque Su voluntad es soberana y perfecta aquí en la tierra como en el cielo.


Que es un Padre a quien puedo pedirle por mi provisión diaria, y que hasta hoy nunca ha faltado pan en mi mesa. Además, tengo Su promesa de que cubrirá mis necesidades. Que es un Padre que sabe lo imperfecta que soy, y en Su misericordia diaria me perdona y me exhorta a perdonar como Él lo hace conmigo: con gracia y con amor. Que me cuida del enemigo, me protege del mal y de las tentaciones que tiene este mundo, y que muchas veces ni cuenta me doy hasta que cierro mis ojos por las noches en la quietud de mi cama.


Es una oración en la que podemos reconocer que tenemos un Padre que es Rey, que es Santo, que es Soberano, que es Proveedor, que es Perdonador, que es Protector, y sobre todo, que es NUESTRO PADRE.

"Vosotros, pues, orad de esta manera: «Padre nuestro que estás en los cielos,santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén»." -Mateo 6:9-13
 



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