"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados." -Efesios 5:1
Ser un imitador de Dios es tener el carácter y el amor que Cristo tiene para toda persona que le conoce y le obedece. Estos son atributos únicos de Jesús y son los sentimientos que Él quiere que gobiernen nuestras vidas: ser amorosos, pacificadores, perdonadores, restauradores, buscar y amar al perdido, compartir toda bendición de Dios con nuestra familia. Orar por muchos hogares llenos de amor, piedad y misericordia, anhelándole a Él más y más cada día, exponernos constantemente a las enseñanzas y guianza de su Santa Palabra, para así llegar a ser legítimos imitadores de Él.
"Porque en otro tiempo éramos tinieblas, más ahora somos luz en el Señor; andemos, pues, como hijos de luz." -Efesios 5:8
El Espíritu Santo revisa continuamente nuestra estructura espiritual, la cual solo Él puede ver. Él puede ver el contenido real y profundo de nuestro corazón y ver realmente cómo reflejamos Su luz al mundo, siendo nosotros mismos un testimonio vivo de las grandes bendiciones que el Señor ha depositado en nosotros y sellando nuestro corazón con el Espíritu Santo al reconocerle como nuestro Gran Salvador y el único Señor de nuestras vidas.
"Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo." -Efesios 5:14
Ya Cristo nos ha trasladado de las tinieblas a su radiante y admirable luz, razón por la que no debemos ser atraídos por el glamour y las múltiples tentaciones que el mundo nos ofrece día a día. No seamos ya más unos dormilones espirituales, agilicémonos y trabajemos diligentemente en busca de la santidad de Cristo, así como en todas las direcciones en que el Espíritu Santo nos muestre y en las cuales también nos llame a servirle, depositando todas nuestras cargas y anhelos a los pies de Jesús diariamente, quien con amor y ternura nos guiará en la mejor dirección a tomar en nuestro diario vivir. Pongamos nuestra confianza en Él y estemos fuertemente arraigados a Su santidad en toda toma de decisiones importantes, que sean agradables y de acuerdo a Su santa voluntad. Amén.
