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Foto del escritorCharly Zamora

Nuestra gran necesidad

¿Alguna vez te has preguntado por qué la oración es algo a lo cual Dios le da suma importancia?

 


La oración es una de las principales maneras por las cuales, como creyentes, podemos tener comunión con Dios. Es uno de los más grandes privilegios que recibimos como Sus hijos. Y déjame decirte, mi hermano, que si no estamos "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos" (Ef. 6:18), estamos viviendo una vida cristiana muy pobre.

 

Ejercitarnos en la oración debe ser una de nuestras más grandes prioridades. Al vivir vidas carentes de oración, nos estamos privando de la ayuda de Dios. "La fe y la esperanza, la paciencia y todas las fuerzas poderosas, maravillosas y vitales de la piedad están marchitas y muertas."

 

Hoy en día vivimos en un mundo lleno de pendientes, afanes y ansiedades, donde sentimos que le hacen falta horas a los días. Recién nos despertamos y ya estamos pensando en cómo resolver el día, las juntas, los trabajos, y nos arrancamos ni bien suena la alarma a atender todos esos pendientes. Pero se nos olvida que nada de lo que podamos hacer en nuestras fuerzas está bien hecho por la simple razón de dejar a Dios a la deriva, fuera de la causa. La Palabra misma nos lo dice:

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:4-5

 

Mediante la oración, como creación, nos acercamos a Dios con la oportunidad no solamente de pedir, sino también de interceder, confesar, adorar y derramar nuestros corazones en acción de gracias, reconociendo que Él gobierna todo y desde Su trono reina. Es nuestra oportunidad de tener comunión con Dios, expresando nuestra confianza y dependencia en Él.

 

Hermanos, perseveremos en la oración, dediquémosle tiempo. Si Jesús necesitaba orar para poder permanecer firme en la voluntad del Padre, ¿cuánto más tú y yo? Si Jesús se levantaba muy de mañana a orar, ¿por qué no deberíamos hacerlo nosotros? Él nos ha dejado ejemplo para que sigamos sus pisadas, ¡sigámoslas! Recuerda que la oración es nuestro gran tesoro, nuestra gran necesidad.

 


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