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Foto del escritorLorena Gallardo

¡No nos desecha!

"No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia." -Isaías 42:3


En esta porción de Isaías, también se manifiesta la asombrosa gracia de Dios. ¡Gloria a Él, que a través de Cristo nos ha hecho acreedores, aunque imperfectos y no merecedores de tan indescriptible favor! ¡Qué descanso para nuestras almas! Pues, aunque Satanás nos acuse muchas veces, y a veces incluso los propios hermanos en la fe, podemos caer en desaliento ante tiempos duros o difíciles, esas "temporadas invernales" (por decirlo de alguna manera) o simplemente ante las adversidades de la vida. Pero en Jesús hay gracia.


El Señor Jesús conoce tan bien nuestras debilidades y caídas que ¡no le sorprenden! Con una mirada de misericordia y amor, nos levanta y sostiene, recordándonos que, precisamente por esas debilidades, Él murió.


Las cascaduras y el humo que muchas veces manifiestan una situación de casi rendirse, de casi ya no poder, de casi darse por vencido, nos recuerdan nuestra debilidad y nuestra gran necesidad de Su verdad, de Su presencia y de Su Espíritu. Al mismo tiempo, también nos recuerdan a Él mismo, el Dios que nos sostiene. Es Él quien ha encendido la flama que, tal vez por un momento, se esté apagando y humeando. Es Él quien ha permitido que la caña crezca en humedales, aunque por algún tiempo pueda estar cascada. Por lo tanto, ha prometido que no desechará ni apagará (Isaías 42:3), sino que sostendrá y sacará provecho de esas fracturas y del humo oscuro del pábilo (Romanos 8:28-29).


Por Su gracia, Su Espíritu nos levanta con fortaleza para seguir adelante, para esperar con paciencia y esperanza en medio de la desesperanza, y para tener una visión de eternidad, aun en tiempos de conflicto, prueba, lamento o dolor.


Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. -1 Pedro 5:10

 

¡Dios de toda gracia! Su gracia abunda en las tormentas de la vida, y no hay lugar oscuro o tenebroso en el cual su compañía no nos cobije y nos sostenga con mano fuerte y un grato y tierno amor.


¡Gloria al Señor! Nuestra dependencia está en Él y de Él. Él es un lugar seguro; por lo tanto, también es seguro no esconder nuestras debilidades ante sus ojos. Su mirada de misericordia estará ahí disponible, y podemos tomar de su gracia y misericordia toda la que necesitamos, porque éstas son abundantes, preciosas, deleitosas y, en Jesús, han sido manifestadas y dadas a nosotros. Su Verdad es nuestra justicia, la revelación de su plan de redención y perdón a través de nuestro amado Salvador y Señor Jesús.


Le tenemos, Él nos tiene, con todo lo que eso implica. ¿Qué más podríamos necesitar?

 


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