La gente toma estrictas medidas a fin de proveerse para los años venideros y para cuando ya no sea capaz de mantenerse por sí misma. El futuro y la esperanza está entre el día de hoy y la tumba. Sin embargo, el futuro y la esperanza del cristiano no está en lo material, ni en los tesoros adquiridos en la tierra, sino arriba en el cielo.
"Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto." -Proverbios 3:9-10 (RVR60)
La promesa para los Hijos de Dios es toda una eternidad en alabanza y adoración al Señor de los cielos. Todo cristiano está llamado a ser un buen mayordomo y debe administrar con mucha sabiduría las bendiciones de lo alto, así como las muchas bendiciones que Dios nos da para ser un buen testimonio de Él en este mundo.
"De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro." -Proverbios 22:1 (RVR60)
Todo hijo de Dios debe suplir y administrar sabiamente para sí mismo como para su familia, y no permitir que esta gran bendición interfiera con la continua y constante búsqueda de su Santidad. Nuestra fuente de ingresos debe ser honesta y de buena reputación para la gloria de Dios; dándole a Dios el primer lugar, cumpliendo nuestro deber familiar, siendo buen padre y buen esposo. Debemos también cuidar celosamente nuestra salud espiritual, y evitar a toda costa la codicia, la avaricia, y la auto-dependencia humana, que son en contra de las buenas enseñanzas de la Palabra y pueden llegar a ser muy abominables pecados.
Todo discípulo de Jesús debe tener un enorme celo por la Palabra de Dios, y resguardarla aun con su propia vida, para que las buenas enseñanzas y ejemplos de Jesús sean nuestro patrón de vida. Debemos ser hombres con estos propósitos: el evangelio de Cristo, y dar toda la gloria a Dios.
"Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso." -Deuteronomio 4:24 (RVR60)