Algunas veces el mar de nuestra vida se encuentra en bonanza pero en otras ocasiones nos encontramos surfeando grandes olas o enfrentando tormentas que nos hacen pensar que nuestra barca puede naufragar y con voz desesperada oramos al Señor diciendo: ¡Maestro!, ¿No ves que perecemos?
“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” -S. Marcos 4:38-40 (RVR60)
El sufrimiento y el quebranto son parte de la vida humana, el Señor nos advirtió que en este lado de la eternidad tendríamos aflicciones (Juan 16:33).
Las dificultades siempre ponen a prueba nuestra fe y nuestro corazón, ellas sacan lo mejor o lo peor de nosotros. Cada prueba que pasamos es una oportunidad perfecta donde sacamos a relucir nuestra confianza en el Señor, o donde se revela un corazón que aun duda del control de Dios y de sus propósitos.
El Señor desea que en las dificultades nos aferremos a sus promesas, a la verdad de su Palabra, que nuestra fe se mantenga firme, sin fluctuar, perseverante, pero el enemigo de Dios y nuestro, Satanás, se siente satisfecho cuando las pruebas nos debilitan en nuestra devoción y en nuestro caminar en la fe.
Amada Iglesia, la verdadera prueba en las pruebas en nuestra vida es si permaneceremos confiando en el Señor en toda circunstancia, aun cuando nuestros ojos estén contemplando olas que nos intimiden o nos hagan temer o dudar: ¿permaneceremos confiando? Cuando nuestra vida sea “zarandeada”, ¿saldrá lo mejor o lo peor a relucir?
Nada, ningún sufrimiento, crisis, quebranto, problema debería dejarnos en la misma condición de carácter, sino refinados, conformados más a la imagen de Cristo, más maduros y más fortalecidos en fe (Rom. 8:29).
Pidamos a Dios que nos revele en cada situación que permite en nuestra vida por difícil que parezca, cuál provecho espiritual hemos de sacar, y que salga lo mejor a relucir para gloria de Su nombre.