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Foto del escritorJoaquín Mena

La fe que salva

Despedimos el 2023 y entramos al nuevo año 2024 con propósitos y expectativas para continuar creciendo en diversidad de aspectos en nuestra vida. Es un privilegio escribir estas líneas en el primer devocional del año, que puede llamarnos a un propósito que impacte nuestra eternidad con una relación mucho más estrecha con Dios.


Dos personajes que con seguridad colocaron como propósito prioritario su relación con Dios fueron Enoc (hijo de Jared, descendiente de Set) y Noé. En ellos podemos encontrar dos atributos de alta estima para Dios, ya que el unigénito hijo de Dios los enseñó, los practicó y los consumó en su sacrificio en la cruz con su preciosa sangre.



En el caso de Enoc, no es el personaje bíblico más popular citado o que haya hecho una proeza como Noé. Pero al escuchar de él a la edad de 365 años: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció porque le llevó Dios” (Génesis 5:24). Sin pasar por la muerte, fue llevado con Dios y no vivió el diluvio. Encontramos entonces a Noé, varón justo y perfecto en sus generaciones, que antes de que Dios le asignara por gracia la tarea del arca, se nos comparte que caminó con Dios (Génesis 6:8-9). Ambos personajes, para ser nombrados como hombres que caminaron con Dios, no se comportaron con incredulidad ante lo creado (2 Pedro 3:5) sino que tuvieron por seguro una única cosa: creyeron en Génesis 1:1, es decir, creyeron que Dios lo creó todo y lo reconocieron como su Señor.


Esta verdad era más que suficiente en estos varones para trasladar lo que sabían con el intelecto a lo que hacían y decidían en su vida. No por nada Noé, sin ver lo que vendría, hizo conforme a todo lo que Dios le mandó (Génesis 6:22; Génesis 7,5). Luego dijo Jehová a Noé:

"Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti te he visto justo delante de mí en esta generación" -Génesis 7:1

Si observamos el hilo conductor para nombrarlos como hombres que “caminaron con Dios”, estos varones decidieron vivir en fe y obediencia. Sus nombres son destacados en el conocido salón de la fe de Hebreos 11:5-7. Estos mismos versículos nos recuerdan la importancia de que sin fe es imposible agradar a Dios y que la obediencia es parte de una fe sana y creciente, como el mismo Jesús la ejerció voluntariamente al morir por nosotros.


Si hay un propósito más notable, santo y eterno que podemos hacer hoy y cada año, es caminar en fe y obediencia a todo, conforme lo diseñó nuestro Creador y Señor; que practicar estos mismos atributos impacten nuestra casa, amigos e iglesia. ¿Habría algo más importante en la vida que escuchar de nuestro Señor: “Porque a ti te he visto justo delante de mí en esta generación”?

 


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