Nuestro caminar en ocasiones parece no tener un camino sencillo, con situaciones que retan nuestra fe. Estos tiempos pueden llevarnos a quejarnos contra Dios o bien a fortalecer nuestra relación de amor con Él.
En Éxodo 14, encontramos al pueblo de Israel saliendo de Egipto. Ellos se dirigían en una dirección y el Señor les ordena cambiar el rumbo hacia un lugar donde no tendrían ruta de escape de los egipcios. No parecía tener sentido la orden, pero el Señor siempre encuentra necesario vernos crecer y madurar espiritualmente al atender Su voluntad, aunque parezca un camino contrario o indeseable bajo nuestra propia opinión.
El pueblo israelita, obedeciendo la orden, acampó frente al mar, situación que los dejaba con pocas posibilidades de huir del Faraón acompañado de seiscientos carros egipcios. Sin embargo, el pueblo salió con mano poderosa (Éx. 14:8), a pesar de que comenzaron a quejarse de que era mejor la esclavitud en servidumbre a los egipcios que morir en el desierto (Éx. 14:12). Es grato al Señor aprender a no quejarnos a pesar de las circunstancias complicadas que apabullan negativamente nuestra mente. Antes bien, debemos atender a la exhortación de “no temer, sino estar firmes y ver la salvación del Señor” (Éx. 14:13). Probablemente no será fácil, pero obedecer Su voluntad siempre traerá una buena recompensa para la vida eterna; nunca lo olvides.
Angustiados por la persecución, Moisés clama y el Señor le responde: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen” (Éx. 14:15). La respuesta del Señor en el contexto de la situación fue obedecer, marchar y confiar, pues le daría instrucciones a Moisés de extender su vara para dividir el mar y cruzar Israel por en medio en seco. El pueblo vería la salvación del Señor, pero los egipcios morirían allí mismo al regresar las aguas con toda su fuerza. Así como el pueblo confió al obedecer y cruzar, es para nuestro bien ser intencionales en obedecer Sus instrucciones, alinear nuestra voluntad a la de Él y marchar con la firme convicción de glorificar Su Nombre.
“Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo” -Éxodo 14:18
El desenlace da la victoria asombrosa a Su pueblo escogido, los inspira a temer y creer en el Señor por Sus grandes obras. La victoria en Cristo no viene cuando nos enorgullecemos pensando que tenemos los medios de controlar la situación, sino cuando estamos de rodillas clamando. El Señor va a glorificarse estemos conscientes o no de ello; sin embargo, cuando nos humillamos delante del Señor rogando consciente y confiadamente “Señor, glorifícate en mi batalla”, aprendemos a descansar en Su paz que sobrepasa el entendimiento y a experimentar Su gozo con las circunstancias que retan nuestra fe. Persistamos por el camino estrecho y asombrémonos juntos de Sus poderosas obras. Dios bendiga tu vida.