"Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien." -Salmo 139:14
Poderosas e inigualables son las obras que nuestro buen Señor hace en nuestras vidas, ¿no crees? La porción que el Señor tiene para nosotros en estas líneas está alimentada por los mismos redimidos que nuestro Padre celestial ha llamado para ser parte de su familia.
Nuestro Señor no necesita una introducción para mostrarnos que Él orquesta la creación, deleitándonos con la evidencia de que todo lleva el sello perfecto y ordenado de un Creador (Romanos 1:20). No obstante, Él desea hacerse aún más presente en nuestras vidas, con poderosas e increíbles obras que solo Él podría realizar, abriendo o cerrando puertas que nadie más podría abrir o cerrar.
A lo largo de los meses, me he maravillado al escuchar entre los redimidos las grandes obras que Dios ha hecho en sus vidas. Eran verdaderos bálsamos para el corazón, evidencias de Su amor, como la entrega voluntaria en la cruz, donde nos extendió Su sublime gracia.
He escuchado testimonios de cómo el Señor sanó a un pequeño, cuyas esperanzas de vida eran limitadas, y que hoy está plenamente saludable gracias al ruego de sus padres. Hermanos en la fe, que antes ponían su esperanza en las cosas perecederas de este mundo, ahora la tienen en las eternas. También he escuchado cómo servir al Señor bajo los rayos del sol o levantar una escoba para limpiar es considerado un privilegio que hacen con gozo. Estas son solo algunas de las muchas evidencias de Su obra entre los redimidos. ¿Cuál es la tuya? ¿No te parecen también muestras del poder de Dios para transformar los deseos y motivaciones de nuestro corazón?
"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé." -Juan 15:16
Mi amado, con suma reverencia debemos recordar que el Rey de los cielos no nos necesita, pero le place bendecirnos con Su amor abundante para que podamos vivir lo que expone Juan 15:16. Así como Él nos da evidencia de Su obra, nosotros debemos dar evidencia con fruto bueno y agradable, en honor a Aquel que nos redimió. ¿No es Él el motivo de tu acostarte y de tu levantarte?
Por tanto, si las evidencias que nuestro amado Padre desea ver en nosotros son aquellas para las que nos ha puesto en medio de esta generación, roguemos que podamos llevar fruto como luminares en el mundo, alcanzando a otros hacia una vida plena en Cristo. Vivamos agradecidos, sirviendo con nuestra nueva identidad como ciudadanos de la familia de Dios (Efesios 2:19). ¡Dios bendiga tu vida, amado hermano, y revele Su multiforme gracia!