Tal y como escuchamos en muchas predicaciones, la vida cristiana no se trata de un "pare de sufrir", ni mucho menos se trata de una vida color rosa únicamente llena de momentos bonitos y memorables. La razón es que vivimos en un mundo caído y las pruebas son y serán inevitables.
"Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas" -Santiago 1:2.
En diversos momentos de dificultad, he sido animada por amigos y hermanos en la fe con este versículo. Al leerlo de una manera superficial, suena muy bien. Mi primer pensamiento siempre es: "Claro que el Señor puede traer gozo a mi corazón. De igual forma, Él me dice que me dará paz que sobrepasa todo entendimiento". Sin embargo, en los momentos más bajos, tendemos a olvidar lo que verdaderamente significa experimentar el gozo del Señor.
Ahora, también me he preguntado: ¿de qué manera puedo verdaderamente lograr experimentar este gozo? Y la respuesta empieza en primero entenderlo.
La palabra "gozo" comúnmente es asociada con felicidad, dicha y momentos de celebración. Es chocante y hasta contradictorio asociar el gozo con pruebas, como lo hace Santiago en esta cita. Hay que resaltar que Santiago no nos está invitando a desear las pruebas ni mucho menos a esperar no experimentar dolor, pero sí nos está invitando a decidir tener gozo en momentos de dificultad.
El "gozo" forma parte de la lista de frutos del Espíritu en Gálatas 5:22. Por lo tanto, sabemos con seguridad que solo Él puede producirlo, y para esto, el Espíritu debe estar bien alimentado a través de su palabra. Al llenarnos de su palabra y su verdad, podemos realmente conocer la belleza, grandeza y poder de Dios, y podemos enriquecernos más del conocimiento de su ley y sus promesas. Esto permite que su Palabra sea la verdadera fuente de nuestro deleite, y no cualquier otra cosa que haya tomado ese lugar en nuestro corazón como nuestra familia, trabajo, una relación o incluso el dinero.
La palabra de Dios es una fuente de deleite y gozo estable, ya que permanece para siempre. Nos apunta a un Dios todopoderoso, justo y amoroso que, como ha dicho, es el mismo, ayer, hoy y siempre.
También nos recuerda el verdadero propósito por el cual hemos sido creados y nos brinda de nuevo una perspectiva eterna, haciendo las pruebas terrenales pasar a segundo plano.
El gozo que proviene de Dios trae bienestar a nuestro corazón al ayudarnos a recordar la belleza de nuestro Señor. Entender esto nos ayudará a experimentarlo.