El segundo libro de Reyes nos lleva al tiempo del profeta Eliseo, cuando el rey de Siria quería matar al profeta, que, en varias ocasiones y por revelación de Dios, había frustrado sus planes de atacar y destruir Israel. Eliseo estaba en la ciudad de Dotán, en el reino de Israel, junto con su sirviente. El panorama era aterrador, ya que el ejército sirio rodeaba completamente la ciudad, listo para destruirla y, sobre todo, matar a Eliseo.
"Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh, Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo." -2 Reyes 6:15-17
Muchos hemos sido como el sirviente de Eliseo, aplastados por el agobio de algo que nos amenaza, sin saber a dónde ir o qué hacer. Quizás en alguna ocasión tú y yo vemos muy cerca y de frente la destrucción que nos acecha.
Solo vemos con ojos humanos, y es hasta que el Señor abre nuestra visión espiritual que podemos contemplar Su mano poderosa en nuestras vidas y reconocer el poder de Su salvación a través de Cristo. Dice en el versículo 17 que Eliseo oró al Señor a favor de su siervo. Ahí está la clave, pues el profeta conocía a Dios y sabía que Él actuaría para Su gloria y nuestro bien. En Su gran misericordia, Dios anima y sostiene a un hombre angustiado, permitiéndole observar el ejército celestial. Dios defiende a Su pueblo.
Quizá hoy estés bajo fuertes presiones y ansiedades, lleno de problemas: económicos, familiares, laborales o, como yo, de salud. Pero en medio de la situación en la que nos encontremos, recordemos Romanos 8:28:
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."
Oremos al Señor por nosotros mismos o por alguien más, como lo hizo Eliseo, para que nuestros ojos espirituales sean abiertos y podamos ver que esas angustias y problemas son parte de los propósitos de Dios. Él ha prometido estar con nosotros en el día malo, al atravesar situaciones adversas y angustiosas. Es allí, en el día en que tememos, que el nombre de Cristo brilla en valles de sombra y hace resplandecer Su gracia y misericordia, recordándonos que no estamos solos y que Él mismo tiene cuidado amoroso de nosotros. Cristo es fiel y así lo prometió:
"y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." -Mateo 28:20b