Los nacidos varias décadas atrás probablemente escucharon una canción cuya letra, inspirada en un poema español, no solo se repetía y refería en comerciales de radio, televisión, e incluso conferencias universitarias, sino que se volvió una frase emblemática para los jóvenes de esa época: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Para esa generación –mi generación– resultó una gran revelación pensar que somos nosotros mismos los que trazamos el camino de nuestra vida. El resto de la canción, nos confirmaba que con cada paso y nuestro esfuerzo, con convicción y mucha determinación, podríamos alcanzar cualquier meta y volvernos campeones en la vida. Olvidamos lo más importante, al más importante: a Dios.
El resultado: una multitud de individuos confiados en sí mismos, que ignoraban a Dios (como yo), preocupados exageradamente por el futuro, y por lo tanto , concentrados en intentar controlarlo todo. Una generación dominada por la ansiedad de alcanzarlo todo con el esfuerzo propio, y deprimida y frustrada por no poder lograrlo. Sin embargo, la gracia de Dios nos esperaba con paciente amor.
"Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará." -Salmos 37:5 (LBLA)
Hermanos, la fe en Cristo significa confiar en lo que Él ha hecho y hará con nuestra vida. Él es sabio y bueno, por lo tanto, cuando el miedo y la angustia lleguen, recurramos a su Palabra y encomendemos nuestra ansiedad a Él, porque Él tiene cuidado de nosotros. Su sabiduría y justicia, en su amor y misericordia infinita, aun en momentos adversos, es real.
Toma un minuto y da una revisión a tus días pasados. Hallarás que en tiempo de angustia Él siempre fue, es, y seguirá siendo fiel. ¿Puedes hoy encomendar tu vida a Dios?