En un mundo ajetreado como el nuestro, nos podemos encontrar con problemas y situaciones difíciles que no compartimos con nadie. Existen personas que están sufriendo en soledad, aunque estén rodeadas de gente. Recientemente una persona compartió conmigo una situación que le estaba generando tristeza, angustia, y dolor. Me sorprendió escuchar que estaba cargando con eso desde hace ya mucho tiempo atrás sin poderlo compartir con alguien.
El yugo es un instrumento de madera que se coloca sobre los cuellos de los bueyes o mulas con el fin de compartir la carga del arado, distribuyendo el peso y ayudándolos a seguir la misma ruta y velocidad. El apóstol Pablo nos invita a tener y a ser compañeros de yugo diciendo:
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo." -Gálatas 6:2 (RVR60)
Estas “cargas” son las dificultades, problemas, y sufrimientos que cada miembro padece. La exhortación del apóstol es que ayudemos a otros a llevar sus cargas, pero también que permitamos a otros llevar las nuestras. Muchas veces estamos dispuestos a escuchar y ayudar a otros, pero pocas veces estamos dispuestos a compartir las dificultades que estamos pasando y dejar que otros nos ayuden.
Pablo dice que al compartir nuestras cargas estamos cumpliendo la ley de Cristo, ya que nos estamos amando y ayudando como miembros de la familia de Dios. Recordemos que:
"Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante." -Eclesiastés 4:9-10
Acerquémonos a otros para escucharlos, orar por ellos y ayudarlos, pero también dejemos que otros conozcan nuestras cargas permitiendo que oren y nos apoyen en las pruebas que enfrentamos.