En nuestro corazón es normalmente donde reside la causa principal de la ansiedad, toda ansiedad tiene un componente espiritual en sí misma.
La Palabra de Dios nos enseña que la preocupación o ansiedad es un problema humano común (Filipenses 4:6-7) y lo sabemos al escuchar a nuestro alrededor la cantidad de personas adultas, adolescentes y niños que están siendo presas de esta epidemia como nunca antes.
Una de las mejores maneras de combatir la ansiedad es aprender a aplicar la verdad bíblica en nuestras vidas; tenemos siempre al Espíritu Santo que nos ayuda recordándonos constantemente aquello que ya nos ha hablado.
Echemos un vistazo a Mateo 6:25-34
"Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal."
Esta porción nos ayuda a identificar importantes verdades sobre la ansiedad, veamos:
Versículo 25: El temor ansioso siempre tiene un objeto, es decir una preocupación específica.
Versículo 26 al 28: Al enfocarnos tanto en nuestra situación, nos olvidamos con facilidad del amor y el cuidado de Dios.
Versículo 30: El Señor también está interesado en la situación que tanto nos agobia.
Versículo 32: Si como creyentes nos estamos preocupando desmedidamente por alguna situación en particular, estamos viviendo como incrédulos, aunque el Señor haya prometido suplir nuestras necesidades.
Versículo 34: El Señor desea que nos concentremos en el día de hoy, no que estemos preocupados por lo que pueda ocurrir en el futuro o por lo que ya ocurrió en el pasado.
Versículo 33: Dios desea que estemos centrados en Él, en su Poder, en su Reino y que descansemos en la promesa de su cuidado.
Ejercítate en esto:
¿Identificas claramente tus pensamientos al momento de sentirte ansioso?, ¿Le puedes llamar por nombre a cada uno de tus temores o preocupaciones desmedidas?, ¿has buscado lo que dice la Palabra de Dios específicamente al respecto?, ¿acaso te estás enfocando tanto en ti mismo que eso no te estás permitiendo ver al Señor y lo que Él puede hacer en tu situación?
Muchas veces no tendremos la capacidad de arreglar las circunstancias, pero sí de centrarnos y enfocarnos en las verdades que encontramos en la Palabra de Dios. Considera, ¿cómo ha cambiado tu manera de apreciar y abordar cada una de estas circunstancias desde que llegaste a ser un hijo(a) de Dios? Renueva tus pensamientos (Efesios 4.23-24).
La próxima vez que te sientas ansioso recuerda que una solución bíblica para combatir ese sentir es enfrentar cara a cara tu preocupación desmedida contra lo que dice El Señor en su Palabra de manera específica, recuerda, memoriza, repite en tu mente las promesas que Dios te da las veces que sea necesario y descansa solamente en Él.